Martín Coronas Pueyo (Huesca, 10.de novembre de 1862 – Zaragoza, 18 de septiembre de 1928) fue un pintor y diseñador jesuita.
Nació en Huesca y sus padres fueron Juan Coronas y Juliana Pueyo. Su padre era el maestro encargado de la escuela aneja, de esa ciudad, lo que le hacía tener su domicilio en el mismo edificio donde se encontraba la Escuela Normal de Magisterio, en el desamortizado convento de San Bernardo, próximo a la catedral.
De acuerdo con una breve nota autobiográfica encontrada entre sus papeles, durante el bachillerato recibió las primeras lecciones de dibujo del profesor León Abadías y Santolaria, enseñanza que después proseguiría en la Escuela Oficial de Dibujo, instalada en el llamado Colegio de Santiago, en la plaza de la Catedral. En ella obtuvo calificaciones de notable y sobresaliente. Se ejercitó también en el dibujo lineal con el arquitecto municipal Mariano Blasco.
Durante sus estudios de maestro, contactó con el padre jesuita Celestino Matas en la residencia de la Compañía en Huesca. Una vez concluidos, se trasladó a Zaragoza para trabajar en la secretaría del Colegio del Salvador y tomar lecciones de pintura del hermano Sebastián Gallés, copista jesuita que se encontraba en ese momento en la capital aragonesa.
Con él viajó a Manresa, ciudad en la que con posterioridad realizaría mucha de su obra decorativa y algunos de sus más conocidos cuadros de devoción.
Pronto advirtió Gallés las dotes del joven oscense y le dejó realizar sus propias composiciones alejándolo de la copia a la que se dedicaban la mayoría de los pintores jesuitas.
Profesó en la Compañía el 16 de junio de 1883, en la cueva donde san Ignacio de Loyola escribió su famoso libro Ejercicios, en Manresa, cuya antesala constituye uno de sus más completos trabajos de decoración. En dicho espacio asoma el afán modernista de integración de las artes aplicadas en la arquitectura, movimiento que recorría Europa en los primeros años del siglo xx. Durante casi el medio siglo que duró su actividad como pintor jesuita, contó con estudios en Gandía y Manresa; en ambas localidades dejó mucho de lo mejor de su obra.
En Gandía dedicó su trabajo a la exaltación de la figura del santo duque Francisco de Borja. Redecoró el palacio Ducal y trazó las grandes sargas con escenas de la vida del que fuera virrey de Cataluña. Muy acreditada su valía profesional, durante los últimos años de su vida tuvo mucha movilidad y recibió encargos de diversas congregaciones de España y del extranjero, así como de particulares.
De su estudio manresano salieron algunas de las pinturas más reproducidas en las estamperías de todo el mundo durante la primera mitad del siglo XX, como es el caso de San Juan Berchmans recibiendo la comunión de manos de un ángel o San Francisco Javier, estampa que todavía hoy sigue siendo reeditada. También algunas versiones del Sagrado Corazón que se entronizaba en las casas de la burguesía barcelonesa. También diseñó gran parte de la decoración de la Cueva de San Ignacio.
Residió temporalmente en Huesca, su ciudad natal, que cuenta con algunas de sus obras en la catedral, la residencia de los jesuitas, el museo o el ayuntamiento; y en Loyola donde decoró la casa natal de san Ignacio, que fue arrasada por las nuevas tendencias decorativas aportadas por el Concilio Vaticano.
Murió en septiembre de 1928 en el Colegio de Zaragoza, ciudad en la que se había detenido, de viaje entre Loyola y Barcelona, para visitar a sus familiares que se habían reunido en la capital aragonesa.
Obras: San Estanislao de Kostka comulga de manos de un ángel, 1891; La batalla de Alcoraz, 1896; Nuestra Señora Reina, 1902; San Francisco Javier, 1902; Inmaculada, 1903; San Francisco de Asís recibe los estigmas de las cinco llagas, 1906; La Nave de la Iglesia, 1909; Santoral de la diócesis de Huesca, 1911; San Juan Berchmans yacente, 1915; San José patrono de la Iglesia universal, 1924.
– Fuente:
Real Academia de la Historia: https://dbe.rah.es/biografias/20173/martin-coronas-pueyo