Farmacia modernista situada en los bajos de un edificio del siglo XIX, de planta baja y tres pisos, donde destacan los grandes esgrafiados verticales rojos y blancos, con motivos clásicos.
La farmacia tiene dos aberturas en la esquina que dan a dos calles. La fachada está compuesta por paneles de madera superpuestos a los paramentos, con las puertas exteriores haciendo la función de contraventanas y las interiores, que dan acceso al establecimiento, están cinceladas artísticamente. Lo corona todo un gran cajón con el rótulo de la farmacia de cristal pintado.
En el interior se conserva el mobiliario original, vitrinas, estanterías, mostradores, lámparas, botes de cerámica, etc.
El conjunto fue restaurado, cuidadosamente, en la década de 1980 en algunos de sus detalles.
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