A principios del siglo XX, Flaminio Mezzalama, un turinés establecido en Barcelona, encargó la decoración de un local al prestigioso decorador Ricard de Capmany i Roura, para comercializar los productos de la casa Martini & Rossi, especialmente su vermut, de la que Flaminio era su representante para la península Ibérica. Ricard Capmany lo diseñó siguiendo la moda del momento o sea en estilo modernista. En Abril de 1902 se inauguró el Bar Torino con tanto éxito que ese mismo año, el 21 de Septiembre, abrió otro en el Paseo de Gràcia, esquina con la Gran Vía y le puso el mismo nombre y por este motivo el primero, el de la calle Escudellers, se conoció como el El Petit Torino (El Torino pequeño) o primer Torino.
El local tenía entradas por la calle Escudellers y por el pasaje Escudellers. La fachada tiene dos grandes arcadas, está revestida de madera y coronada por un escudo con un toro rampante, correspondiente a la ciudad de Turín y otro, en la fachada del pasaje en el que aún se ven las iniciales del propietario: FM. Las dos fachadas conservan el revestimiento de madera original. Destaca el trabajo de carpintería de las dos aberturas, obra del ebanista R. Calonja e hijos y los dos vitrales emplomados de colores obra de Antoni Gabarró.
En la decoración interior, que ha perdido buena parte de sus elementos, participaron acreditados artesanos de la época como el tapicero Ventosa, que colgó sus obras con motivos turineses e imágenes de la vendimia. Los escultores Massana y Bussi, el ebanista R. Calonja y el cristalero Antoni Gabarró, entre otros, que daban al establecimiento una espléndida imagen de riqueza artística.
