El edificio fue encargado por el Orfeó Català, para que fuera su sede. Fue sufragado por industriales y financieros catalanes, ilustrados y amantes de la música.
La arquitectura de Domènech i Montaner es de gran calidad y originalidad, resaltando por un lado la estructura de hierro que permite la planta libre cerrada por vidrio, y por otro la integración en la arquitectura de las artes aplicadas.
Dos decisiones demuestran la tipología y la innovación tecnológica del proyecto: La primera la solución del patio a la medianera del solar con la iglesia, porque la sala de conciertos quedara con la misma simetría de distribución y entrada de luz. La segunda, fue la resolución de situar al auditorio en el primer piso con el acceso desde la planta baja por los diferentes tramos de la escalera, con un tratamiento tan efectivo que compensa la ascensión, con esto se logró la utilización de la planta baja para oficinas del Orfeó.
En la abundante ornamentación floral y policroma, se integran perfectamente las diversas técnicas artesanales a las que recurre tan a menudo el modernismo.
El auditorio fue destinado a conciertos de música coral, orquestal e instrumental, así como a interpretaciones corales y de cantantes. Actualmente continúa cumpliendo todas estas funciones, tanto en el ámbito de la música clásica como el de la música moderna.
En los últimos años se ha llevado a cabo una profunda remodelación del Palau para adecuarlo a las necesidades de un auditorio moderno, obras de reforma y ampliación dirigidas por los arquitectos Óscar Tusquets y Carles Díaz.
Premio Arquitectura Ajuntament de Barcelona