Las dos fachadas fueron creadas como una sola unidad, haciendo seguir el ritmo a lo largo de la esquina, como lo confirma un primitivo croquis del mismo Domenech. Sin embargo, paradójicamente, desde cada una de las calles la visión es limitada y se trunca con la colocación de una escultura gigantesca, de Miquel Blay, en esta misma esquina redondeada.
La fachada trasera (calle Amadeu Vives) se encuentra claramente dividida en cuatro partes: la zona de recepción y circulación, la Sala de Conciertos, la parte posterior al escenario y la zona administrativa.
La primera zona está tratada como un eco de la fachada principal, e incluso se mantienen en ella las farolas sobre voladizos, pero en lugar de la composición en mosaicos, hay una galería acristalada.
La parte correspondiente a la Sala de Conciertos es totalmente abierta, con cinco grandes ventanas. Cada una de ellas está dividida en tres partes verticales y tres partes horizontales, que corresponden a los tres pisos. En la zona posterior al escenario se vuelve al macizo dominante pero con un ritmo un poco diferente al de las ventanas de la zona de recepción. Toda la fachada se une por medio de un balcón continuo en el primer piso (platea) con sus balaustradas de hierro dentro de tubos de vidrio verde. Debajo de la Sala de Conciertos, las ventanas de los locales administrativos (actualmente cafetería) están retiradas detrás de las columnas, como un adelanto de las posibilidades de un edificio con estructura independiente.
Premio Arquitectura Ajuntament de Barcelona