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El modernismo catalán o modernisme es un estilo arquitectónico que se desarrolla en Cataluña (España) y principalmente en Barcelona, a lo largo de unos 50 años, entre 1880 y 1930. Aunque es parte de una corriente general que surge en toda Europa, en Cataluña adquiere una personalidad propia y diferenciada, y se convierte en el modernismo probablemente más desarrollado.
El modernismo desarrolla nuevos conceptos arquitectónicos basados en la Naturaleza, que consisten en los materiales de construcción que se emplean, en las formas de los edificios y en las figuras de sus fachadas. Los arquitectos y sus escultores colocan en el exterior de los edificios pájaros, mariposas, hojas y flores a modo de elementos decorativos, ya sea como figuras adosadas o como adorno de la piedra o cerámica. También se colocan figuras de tamaño mayor, animales fabulosos o personas, y en las cornisas elementos de cerámica de color. Las ventanas y los balcones disponen de rejas de hierro forjado, que son labradas artísticamente y contienen motivos inspirados en la Naturaleza.
El desarrollo del modernismo es fomentado en Cataluña por la burguesía, que se siente catalana y es culta y sensible al arte. Esta burguesía ve en esta nueva arquitectura la manera de satisfacer sus ansias de modernización, de expresar su identidad catalana, y de poner de manifiesto de manera discreta su riqueza y su distinción. El modernismo es, pues, un estilo urbano y burgués.
Fueron más de 100 arquitectos los que realizaron edificios de estilo modernista catalán. Destacando entre ellos sobre todo tres: Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch. Muchas de sus obras están catalogadas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
– Fuente: es.Wikipedia.org